Cómo hacer tu propio queso cremoso en casa en tan solo una hora

El queso es uno de los ingredientes que no pueden faltar en tu heladera.

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El queso cremoso es uno de los ingredientes que siempre deberíamos tener en la heladera. Podemos agregarlo a panes, tartas, carnes o ensaladas, para dar ese toque especial de sabor. Hoy en día, el precio de un kilo de queso fresco va desde los $70 hasta los $130 . Hoy en #DVGourmet te enseñamos cómo hacerlo en casa.

Detalles del queso fresco

Este lácteo se obtiene por medio de un procedimiento aplicado a la leche pasteurizada (como la que compras en el supermercado) en una coagulación provocada con un medio ácido, que puede ser cuajo, jugo de limón o bacterias de uso gastronómico.

Este medio ácido facilita que la lactosa (azúcares) de la leche de vaca, cabra o la que uses, se convierta en un ácido láctico, beneficial para nuestro organismo.

Ingredientes

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Para hacer queso fresco necesitas un litro de leche pasteurizada. Elige las que vienen en sachet o botella, ya que las de caja ni las larga vida cuajarán el queso.

También tené listo 45 ml de jugo fresco de limón bien filtrado, y una pizca de sal, además de los sabores que quieras agregar a tu propio queso fresco: ají seco, orégano, pimienta o lo que quieras.

Para lograr una textura mucho más cremosa, puedes agregar 100 cc de yogur natural sin endulzar, y dos cucharadas de nata (crema de leche).

Preparación del queso fresco casero

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En una olla espaciosa de acero inoxidable, agrega la leche y lleva a fuego bajo, revolviendo suavemente hasta calentar. Cuando se formen unas burbujas pequeñitas a los bordes, retira del calor, coloca la tapa o un paño por encima, y deja reposar unos 20 minutos.

Pasado este tiempo, agrega el jugo de limón bien filtrado, además de la nata y el yogur si así prefieres. Revuelve muy suavemente, para integrar sin incorporar aire, y deja reposar por 10 minutos más.

Luego, vuelve la olla al fuego medio y calienta hasta que notes que la leche comienza a “cortarse”, es decir, a hacer grumos de cuajada que se separan del suero líquido. En este punto añade la sal, revolviendo bien.

El siguiente paso es colar: retira el suero en la mayor cantidad posible con una cuchara, y luego puedes verter toda la mezcla en un colador ataviado con gasa de pañal o tela de quesos, suspendido sobre un contenedor para recolectar el suero que drena.

Agrega en este punto los sabores especiales que quieras, o bien añádelos al momento de dar la forma.

Una vez que se haya escurrido todo el suero y tengas una pasta cremosa pero más compacta, amásala muy poco para darle la forma que quieras a tu queso. Por ejemplo, puedes hacer un largo tubo que hagas rodar por sobre las especias, creando una cobertura exterior muy sabrosa. Luego, coloca en un contenedor plástico de cierre hermético hasta el momento de consumo, siempre dentro de la nevera, para consumir tu queso fresco durante la primera semana.